Eficiencia energética en el sector de alimentos.
La industria alimenticia como segmento de la economía es bastante amplio por los infinitos productos que de allí surgen. En cuestiones energéticas, podría segmentarse de diferentes maneras. Estas categorías difieren en los tipos de energéticos que intervienen en el proceso productivo y la intensidad de su participación.
En el ámbito de los alimentos perecederos, la energía enfocada en el funcionamiento de sistemas de refrigeración puede llegar a significar un 40% a 60% del total, mientras que en alimentos que deben ser horneados, el gas natural juega un papel fundamental dentro de la matriz de consumo energético (70% a 85% del total).
A partir del producto de cada industria alimenticia, se configura la cadena de equipos consumidores de energía necesarios para su generación. Aunque se presenten diferencias en las intensidades de sus participaciones, basado en los proyectos ejecutados a la fecha, hemos resumido el retorno financiero usual de los proyectos de eficiencia energética en los principales sistemas de esta industria.

La eficiencia energética en la industria alimenticia se ejecuta a través de dos metodologías: sustitución tecnológica y gestión del uso.
La primera se enfoca en reponer equipos o sistemas en operación por otros más novedosos que ejecuten la misma tarea siempre y cuando dicho recambio tenga un sustento económico y/o de sostenibilidad para la compañía.
El segundo, se refiere a optimizar la operación de sistemas energéticos a través del análisis de los datos críticos de operación como consumo energético, humedad, temperatura, composición, velocidad, etc.
En procesos productivos complejos como hornos industriales hemos encontrado que la relación de oportunidades de hacer eficiente el uso de energía viene en la siguiente relación:


